Luego de unas largas vacaciones; la transferencia de trabajo nos reunió hoy en Santiago de Chile con nuevas Actividades Preparatorias, ésta vez nos preparamos para el Congreso de la AMP a efectuarse el próximo mes de Abril en Buenos Aires – Argentina, país vecino, a unos cuantos kilómetros de distancia.

Nos preguntamos por el título: “El orden simbólico en el siglo XXI No es más lo que era ¿Qué consecuencias para la cura?” Un título – lógico, que responde a una serie de ternarios sólidos, trazados por Jacques – Alain Miller. Como lo recuerda Eric Laurent en los Papers del Congreso “… luego de haber alcanzado este punto de real que es el Sinthome, la solución que se imponía era retomar a partir de lo simbólico”. Subrayo ‘retomar’.

La práctica lacaniana no está dada de hecho, así, no marcha; no es una práctica exitosa – a menos que se trate del Pase, pero ese éxito es de otro orden. Los que practicamos psicoanálisis en la hipermodernidad, por decirla  de alguna manera, – ya que es más fácil caracterizar las otras épocas que la nuestra – estamos advertidos de las fisuras contemporáneas y la masificación de prácticas sugestivas en una época deficitaria. La fragilidad de lo simbólico – ante lo real – sacude abruptamente los semblantes más “sólidos”. Mientras tanto, lo “líquido” ejerce inexorablemente, así como la contingencia de un Tsunami.

¿Como se prueba lo real? pregunta una joven asociada. Cuando “eso – falla”. Algo irrumpe lo que debería marchar – esa es la orientación de un analista, ir por lo real.

La no proporción entre los sexos y sus consecuencias para la cura en los impasses de nuestra civilización, es nuestra orientación. Cuando el retorno de lo imposible nos da la cuenta final y el lazo S1®S2 asoma al final de sus cuentas, el saldo S1 está separado de S2, entonces habrá que tomar la dimensión de lo real y asumir su irreductibilidad. Ya sea un tsunami, ya sea una crisis económica mundial, ya sea un end game en la partida singular; saldar cuentas con lo irreductible, consciente al final: eso que no cuadra, no cierra, ni encaja.

Ahora y aquí, nos toca jugar una partida que no va en espejo, ni en contra revolución con los que atacan al psicoanálisis. Estamos, aquí o allá, Norte o Sur, en un combate al “Todo marcha”.

Y sí, se puede detectar la paja en el otro – a`, pero no la viga en cada uno…. Quizá por eso, Una Fantasía de Miller convoca, uno por uno, a saber hacer con los nuevos reales. Un enredo a desenredar en una época confundida con tanta cifra, estadística, ficción, narración y violencia – siempre consecuencia del olvido de lo real.

Los que osamos practicar psicoanálisis, sin medida, sin valor, estamos operativamente causados en dar una cita al sujeto con el Otro, en especial a la hora de ocupar el lugar de un partenaire que responda al malestar de la época, lugar que un analista, como bien señala G. Brodsky en Scilicet, es un lugar que se encontraría – lo  escribo en condicional – en el discurso que lo tiene como agente, el de analista objeto antes que significante.

Entonces a-inventar… orientados desde esa indescifrable singularidad por la última enseñanza de Lacan y su lógica nodal – enseñanza que comenzamos a dilucidar, en el siglo XXI, sin garantía. Orientados por lo real de una contingencia que devino necesaria y se repite. Pues al final no somos más que el testimonio de esa contingencia.

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