El nominalismo de Rorty señala que no hay fundamentos últimos, sino sólo hechos contingentes, lo que hace inconsistir –de un solo golpe– al lenguaje (en su filosofía del lenguaje), a la conciencia y a la moral (sede de su filosofía moral) y a los hechos del mundo (su filosofía política): ni Dios es el garante final de los actos humanos, ni el lenguaje la totalidad omnisciente, ni el yo el centro del uno-todo. La contingencia del lenguaje, del yo y de los hechos del mundo es tributaria de  la inconsistencia del buen Dios: Rorty y su cruzada nominalista inventa una utopía con la que pretende ‘desdivinizar el mundo’.
Sólo habría metáforas empleadas por los usuarios con las que se crearía la ficción de un “léxico último”, el que siempre podría –por ende– ser modificado: las redescripciones metafóricas se producirían sin resto alguno, arrastrando a su paso la categoría de lo real.
“las revoluciones científicas son “redescripciones metafóricas” de la naturaleza antes que intelecciones de la naturaleza intrínseca de la naturaleza”1

Desde su perspectiva el psicoanálisis sólo podría servir si uno llegara a adop-tar una ficción diferente de aquella con la que se “torturó” sintomáticamente; la fórmula sería algo así: “si tu ficción no te sirve para ser feliz en tu forma de vi-da, cámbiala por otra que te satisfaga mejor”.
Desde la última enseñanza de Lacan esta formulación es tan verdadera como falsa. Verdadera porque el fantasma es una ficción que muestra la verdad mentirosa de cada uno, ficción con la cual se hace existir al Otro como agente; un orden de lenguaje que determina una forma de vida de la que se extrae una satisfacción -sostenida en des-responsabilizar al Uno con el Otro. Con Rorty: el fantasma es esa ficción que satisface..hasta que deja de satisfacer.
Falsa porque uno no cambia los fantasmas como quien corre los muebles de lugar: una oscura satisfacción resiste al cambio que Rorty pretende.
Pero más allá de lo verdadero y lo falso hay lo real en juego: cada ficción está entramada en torno de un vacío estructural: la inexistencia de la relación sexual, solidaria de la inconsistencia del Otro que determina la función tapón del fantasma a partir de una fijación pulsional.
Para Rorty la consecuencia política inmediata de la inconsistencia del Otro la constituye el pacto de los ‘ironistas liberales’:
“Los liberales…piensan que los actos de crueldad son lo peor que se puede hacer…‘Ironista’ designa a esas personas que reconocen la contingencia de sus creen-cias y de sus deseos más fundamentales”2

El Otro es una invención sólo a partir de la absens de relación sexual: funda-mento real lacaniano de la inconsistencia del Otro y nuestra diferencia mayor con el nominalismo de Rorty: Lo real, epicentro de la ficción del fantasma, re-torna como fixión (condensando ficción con fijación) en el centro de la utopía rortyana; ya que el goce, expulsado con las ‘redescripciones metafóricas’  (ya que sólo se habría conservado lo satisfaciente de la nueva ficción) retorna en la filosofía política de Rorty como el problema de la ‘crueldad sobre el semejante’.
En efecto, al reemplazar una ficción por otra se forcluye el goce que las co-manda y que empuja a sellar un pacto entre los ironistas liberales para abste-nerse de ejercer la crueldad sobre sus semejantes.
Como se aprecia, la condición de banalizar el psicoanálisis con un dispositivo de recambio de ficciones se paga en su teorización con el retorno de lo real procesado por un fantasma de crueldad, “fixión realista” (usemos este neolo-gismo) que impugna el nominalismo historicista de Rorty.

Ernesto S. Sinatra

1 Rorty, Richard: “Contingencia, ironía, solidaridad” Edit. Paidós; España 1989, p.36
2 Ídem, p.17

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